Las aguas residuales, o también conocidas como aguas negras o grises, son aguas contaminadas que han perdido su calidad, lo que significa que son inservibles para el ser humano. No obstante, existen distintos tratamientos para depurar el agua, y así poder reutilizarla. Continua leyendo si quieres conocer mejor qué son las aguas residuales y qué tratamientos de depuración son los más habituales.
Definición de aguas residuales
Las aguas residuales son aquellas que han sido usadas en viviendas, entornos urbanos o en la industria, y que como causa de ello, necesitan ser tratadas para su depuración. Estas aguas contienen sustancias contaminantes, bien sean sólidas o disueltas, y microorganismos que pueden poner en riesgo la salud. Por ello, se les aplica tratamiento específico con el objetivo de depurarlas y que puedan volver a ser reusadas de forma segura.
¿Qué tipos de aguas residuales existen?
Las aguas residuales se clasifican en tres grupos según su origen:
Aguas residuales domésticas
Son aquellas aguas que han sido usadas en entornos domésticos. Es decir, en viviendas, ya sea para fregar los platos o ducharse, entre otros usos habituales.
Aguas residuales industriales
Se trata de las aguas que han sido utilizadas para fabricar productos industriales, ya sea en la minería, en el sector textil, en el sector químico, entre otros muchos otros.
Aguas residuales agrícolas
Las aguas que provienen del uso de la agricultura o la ganadería también son residuales, ya que pueden contener pesticidas o purines, por ejemplo. Motivo por el cual es necesario el tratamiento de las aguas.
Aguas residuales urbanas
Son las aguas resultantes del uso en las calles y edificios de la ciudad. Este agua incluye la escorrentía pluvial, las fuentes públicas o los residuos de los edificios urbanos .
Todos los tipos de aguas residuales precisan de tratamientos para poder ser reutilizadas sin que conlleve ningún riesgo para la salud humana ni para los animales y plantas.
¿Cómo se tratan las aguas residuales?
El tratamiento de aguas residuales, o la depuración de las aguas, otro nombre con el que se conoce, se basa en diversos procesos físicos, químicos y biológicos que tienen el objetivo de acabar con los contaminantes presentes en el agua, debido al uso humano y a la actividad industrial, agrícola y ganadera. Pues las consecuencias del agua contaminada puede llegar a ser muy graves, como ya os contamos en un artículo anterior de nuestro blog.
Las aguas residuales pueden ser tratadas en el mismo lugar donde se generan. Un ejemplo son las fosas sépticas que hay en algunas viviendas. También pueden recogerse mediante una red de tuberías y alcantarillado hasta una planta de tratamiento municipal. De este modo existen diferentes etapas en el tratamiento del agua residual.
Etapas del tratamiento del agua residual
Estos son los distintos procesos a los que se someten las aguas residuales para su depuración y reutilización.
Pretratamiento o tratamiento primario
La primera etapa es aquella en la que se separan los sólidos del agua y se llama pretratamiento. Entre los métodos que se emplean para la eliminación de sólidos suelen encontrarse el tamizado, la precipitación, la separación y la filtración de sólidos.
Tratamiento secundario
Este proceso también es conocido como tratamiento biológico. Este proceso deben realizarlo aquellos que desechan residuos que afectan al medio ambiente, en ríos u otros lugares. En el tratamiento secundario de aguas residuales se emplea el uso de bacterias para remover la materia biodegradable presente en el agua, transformándola en sólidos sedimentables. Pueden ser procesos aeróbicos o anaeróbicos.
Tratamiento terciario
Gracias al tratamiento terciario se le devuelve la calidad al agua, pudiendo devolverla de nuevo a ríos, embalses, u otras cuencas hidrográficas, o incluso que vuelva a ser usada por el ser humano. En esta etapa se desinfecta el agua eliminando cualquier bacteria, virus o patógeno presente en ella.
Los tratamientos de las aguas residuales y una correcta gestión es clave para evitar el cambio climático y preservar la salud del ser humano. Las aguas residuales no tratadas generan ingentes cantidades de metano – gases de efecto invernadero -, una de las razones entre muchas por las que estas deben ser tratadas.